Internet transformó la forma en la que accedíamos a la información. La inteligencia artificial está transformando la forma en la que interactuamos con ella. Ya hemos hablado de esto.
Y ahora, esa misma transformación amenaza con sacudir los cimientos del software tal y como lo conocemos.
Todo el software —absolutamente todo— va a cambiar. La adaptación ya no será un lujo, sino una obligación. Durante décadas nos hemos acostumbrado a programas con menús infinitos, submenús y barras de herramientas interminables, a limitarnos a las opciones previstas por el “fabricante”. Pero esa forma de trabajar tiene fecha de caducidad.
El fin de los menús
La primera gran metamorfosis tiene que ver con la interfaz de usuario.
Aspectos importantes del diseño como los menús desplegables, las barras repletas de iconos, los submenús escondidos, los filtros… todo eso se convertirá en un anacronismo.
Los usuarios ya están entrenados en un nuevo tipo de interacción gracias a la IA: conversar con un chatbot, pedir algo en lenguaje natural, o indicar una acción sin recorrer jerarquías interminables. Herramientas como generadores de texto, editores de imágenes o asistentes virtuales demuestran que se puede trabajar sin estructuras rígidas, reduciendo la fricción a lo mínimo.
Una vez que se ha probado esta experiencia, nadie quiere volver atrás. Nadie entenderá que para dar formato a un párrafo haya que buscar entre decenas de opciones, que para configurar una firma en el correo electrónico haya que abrir varias ventanas, o que para emitir una factura haya que navegar entre menús laberínticos. Lo mismo ocurrirá en la navegación por páginas web y tiendas online. El usuario no querrá tener que pasar por interminables menús de categorías o rellenar formularios de filtros para encontrar lo que busca. Querrá simplemente pedirlo: “muéstrame una falda verde, talla M, disponible hoy en la tienda de mi ciudad”. Y lo mismo con un billete de tren (“quiero viajar mañana a Madrid y volver el domingo por la tarde”), con un libro (“búscame el último ensayo de Harari en castellano, edición de bolsillo”), o con una reserva de hotel (“un alojamiento con piscina en Valencia del 10 al 12 de agosto”). Todo ello sin pasar por desplegables, casillas y menús de filtrado.
Este ejemplo, que abre un frente enorme para el rediseño del comercio electrónico, merece un análisis propio que abordaremos en otro artículo.
El fin de las limitaciones predefinidas
La segunda transformación afecta al alcance de lo que el software puede hacer. Hasta ahora hemos aceptado que un programa solo nos permita realizar lo que sus desarrolladores decidieron incluir en el momento de diseñarlo. Si querías algo que no estaba previsto, simplemente no podías hacerlo.
Esa lógica empieza a romperse. Si la información está disponible en el sistema, los usuarios exigirán poder explotarla de cualquier manera. No se conformarán con un catálogo limitado de funciones: querrán listar facturas, generar informes personalizados, elaborar una declaración de impuestos o emitir remesas bancarias sin preocuparse de si esas opciones estaban contempladas en el contrato inicial del software.
Se acabará eso de abrir tu programa de gestión (CRM, ERP, etc.) y encontrarte con una pantalla de inicio genérica. Tener que pensar: "¿Qué tengo que hacer ahora?", y luego navegar para encontrar la información o la función que necesitas, si es que existe. Con el “Sotware Adaptativo”, si quieres hacer algo simplemente tendrás que pedirlo. Por ejemplo, le pediremos cualquier tipo de informe o que genere cualquier tipo de documento, con el formato y el contenido que queramos. No solo se podrá generar un informe, sino que se podrá adaptar cómo se presenta y se explica la información según quién la esté pidiendo o mirando.
La inteligencia artificial abre esa posibilidad. La época de revisar especificaciones para comprobar si el software que me ofrecen“incluye lo que necesito” se desvanece: lo que necesito debería poder construirse sobre la marcha.
El nacimiento del Software Adaptativo
Aquí aparece el concepto de Software Adaptativo. Ya hablamos en su día del software efímero, creado para usar y desechar. El software adaptativo va un paso más allá: se trata de programas capaces de generar interfaces y capacidades bajo demanda.
Y mientras todo el mundo habla de automatizaciones, agentes y demás utilidades de la IA, veremos cómo emerge silenciosamente el software adaptativo. Una categoría nueva, nacida de la misma raíz tecnológica, pero con un enfoque distinto: no tanto en ejecutar por nosotros, sino en transformarse para nosotros.
Una metamorfosis inevitable
La gente tiene menos paciencia para aprender manuales ni navegar en jerarquías de menús. Así que el concepto de "aprender a usar un software" desaparecerá. No habrá manuales, ni tutoriales en vídeo, ni tediosos procesos de onboarding.
No se entenderá que tareas posibles no sean realizables. En esto las herramientas de IA han sentado un precedente que ningún software podrá ignorar.
En definitiva, para las empresas de desarrollo, la clave en los próximos años no será añadir más funcionalidades ni competir en complejidad, sino atreverse a diseñar aplicaciones que se transformen con cada interacción.
Para los usuarios, los beneficios serán demasiado grandes: menor curva de aprendizaje, flexibilidad absoluta y la certeza de que podrán pedirle al software lo que necesiten, sin restricciones.
El software, tal y como lo hemos conocido durante décadas, está a punto de metamorfosearse en otra cosa. Y en esa metamorfosis nace un nuevo género: el Software Adaptativo. Un salto radical hacia un futuro donde cada página, cada aplicación, cada tarea, podrá generarse bajo demanda.
Un futuro en el que, simplemente, pediremos… y el software responderá.
"Software Adaptativo". La metamorfosis del software.
Veremos software capaz de adaptarse a los requerimientos del usuarios, capaz de generar interfaces y funciones bajo demanda.
